Toda información en ingles y en turco ehhh, no os vayáis a pensar.
Luego del museo se accede al lugar donde s’encuentran las ruinas “in situ”. Afrodisias es grande, sirva esto como información al personal. Pero tranquis que no agobiaré con muchas fotos.
La verdad es que nosotros coincidimos allí en una mala hora, y el calor era asfixiante.
Después de sudar mucho, ver las ruinas y volver a comprobar como 8 de cada 10 turistas que habían eran españoles (los otros 2, italianos), volvimos al parking decididos a buscar un sitio para comer. No fue facil, pero al final en el pueblo de Tavas encontramos un Kebab regentado por una madre y su hija que intentaron por todos los medios hacernos la comida agradable..., eso si, con Coca Cola.
Con el estomago lleno y algo descansados, pusimos la rueda dirección a Pamukkale.
El lugar en principio es horroroso, hoteles y restaurantes allá donde mires, mutitud de turcos ofreciendote sus servicios de restaurantes, hoteles, cicerones varios, vamos un agobio, tan solo se ve algo diferente cuando miras hacia arriba y ves la ladera de una montaña, blanca como la nieve y y una fila de personas muyyyyyyy pequeñitas, vamos qu’están “allá a fer l’maaa”.
Después de cambiarnos de ropa accedimos a la montaña blanca de Pamukkale, también después de pagar 10 € por persona claro. Al principio, hay un tipo vestido con uniforme y con un silbato al que saca partido, para indicar por señas a la gente que tienen que descalzarse para la visita, no te dejan cruzar el ¿parque natural? calzado.
Solo dejan bañarse en las piscinas artificiales que hay construido, ya que las naturales apenas tienen agua por la especulación de la hostelería que se desenvuelve unos centenares de metros más abajo y de un gobierno despreocupado.
La tarde/noche se nos tiraba encima y aún teniamos que salir del Pamukkale, cambiarnos de ropa y recorrer los 180 km. que nos separaban de Selcuk, y no me hacia mucha gracia conducir de noche por carreteras turcas.
Una vez arriba de Pamukkale, solo se podía bajar a la moto, o deshaciendo lo andado, descalzos claro, o por la carretera de atrás, unos 5 km. y la noche que se nos venia encima. A grandes males grandes remedios, en el parking de autobuses había un taxi supongo que a la espera de unos pringadillos como nosotros..., le preguntamos y nos pide 10 € para bajarnos donde estaba la moto, antes de que se diera cuenta..., ya estábamos dentro.
Efectivamente a mitad camino se hizo noche cerrada..., y lo que era peor..., mi luz alumbraba a las estrellas. Era imposible ver nada, intentaba ponerme detrás de algún vehiculo, pero poco a poco me iba perdiendo, era imposible continuar así.
Joder con los incidentes, en el manual de instrucciones de la moto, pone que para regular los faros hay que llevarla al concesionario oficial. Cagonnnn toooooooooo
Hago memoria y recuerdo que mientras miraba información en Internet sobre la moto que me iba a comprar vi en un modelo de años anteriores que un destornillador se metía por una agujero ciego entre los faros para regularse, así que paro la moto en una gasolinera, saco la herramienta, monto el destornillador, busco el agujero..., meto el destornillador y EUREKA...¡¡¡ el faro comienza a moverse, bien joder, podremos llegar al hotel sin incidentes, y llegamos llegamos..., claro que llegamos.
A la mañana siguiente partiamos de Selcuk con dirección a Antalya.
Marisa mientras desayunamos me pregunta:
-¿Dónde vamos a ir, hay más piedras?
- Si claro, vamos a Antalya, allí veremos la ciudad y el teatro romano de Aspendos, luego Anamur y allí veremos las ruinas de la fortaleza y...
No me deja continuar
-Yo estoy un poco harta ya de piedrasss
-Toma...¡¡ y yo...¡¡
-¿entonces?
-¿entonces? Hacemos lo que nos de la gana, estás harta de piedras..., se acabaron las piedras, que le den a Antalya y a los romanos... ¿vamos a la Capadocia?
-Vamos.
Así que pusimos rumbo a la Capadocia, de esa forma acortamos unos días el viaje que tampoco nos venia mal, el tiempo se nos tiraba encima ya que las carreteras turcas cunden poco.
Eh aquí un buen momento para hacer otro alto en el camino y comentar algo sobre las carreteras turcas.
Tanto en esta ocasión como en la vez anterior que estuvimos en Turquía, prácticamente todas las carreteras por las que circulamos, en algún tramo o estaban en obras o están haciendo una carretera paralela al lado, por lo que con pocos km. puedes ir comprbando “in situ” las fases de la realización de las carreteras.
En Turquía el asfalto no es tal y como lo concebimos aquí, en España..., bueno ni en Francia, ni en Italia, ni en Alemania, ni en..., ellos tienen su propia forma de ¿asfaltar?.
Ello consiste en una amalgama de grava gruesa con mucho canto mezclada con arena y supongo que algún aglutinante, pero escaso que no hay que derrochar. Las apisonadoras dejan bien prensado este compuesto, una vez hecho esto pueden ocurrir dos cosas, que las abandonen por lo que la hierba crece por obra de la naturaleza o bien, que decidan terminarla.
¿Cómo las terminan? Pues echándole una fina capa de alquitrán a modo de aglutinante general. El problema es que la capa es tan fina, que en poco tiempo con el rodar de los camiones desaparece, dejando a la vista la gravilla, que a su vez se va desprendiendo poco a poco amontonándose en las orillas de la carretera, que por supuesto no tiene arcen, salvo en las autopistas de peaje.
Esto ocasiona, además del peligro de acercarse a la orilla, que todos los cruces estén casi cubiertos de gravilla, así que cada vez que cambias de dirección o entras en una gasolinera haya que hacerlo con extremo cuidado. Otro de sus efectos es la sucesión de pequeños baches que si bien no comprometen la conducción, hace que está no sea tan fluida como debiera, así que yendo por buenas carreteras, a veces pasar de 80 km/h. se hace complicado.
Es una lástima, porque con esté método de construcción se tienen que pasar la vida reparando las carreteras, quizá les salga más económico y rápido la construcción, pero el mantenimiento es d’escandalo.
Se ha de reconocer que las autopistas de peaje están en buenas condiciones, a veces incluso en muy buenas condiciones, muchos kilómetros con tres carriles por sentido.
En cualquier caso, Turquía es muy transitable con cualquier moto..., claro que con unas mejor que con otras, ya quisieran países como Rumania o Bulgaria tener las carreteras que tienen los turcos..., incluso Grecia. Y a la marcha que van, dentro de 10 años van a tener una gran red de autopistas y autovias.
Aquella etapa de transición paramos en Yesilova, al lado del lago salado Gölü Salda.
Pueblecito pequeño de la Turquía profunda, alojándonos en el Hotel Berlin en una habitación de 50 € que dejaba muchísimo que desear, pero no había otro.
Por la noche salimos a cenar y la cosa estuvo complicada, hasta que descubrimos el Donner de Orkoy, un turco la mar de simpático que nos preparó un bocadillo de Kebab de pollo que estaba muy bueno la verdad sea dicha, y mando a un chaval a comprar cerveza para nosotros, que nos hizo beber con disimulo, ya que en este pueblo “la polis” no permite el alcohol en público.
Luego nos hizo pasar al interior para invitarnos a escondidas a Rakis, una bebida turca de 40º muy parecida al Chinchón Dulce, que también se bebe muy fría. En su portátil que tenía conectado a Internet nos hizo ponerle en el yotube la música que sonaba ahora en España.
Un tipo curioso y agradable, que al ir a pagarle la cena se negó en rotundo a cobrarnos nada, por mucho que insistí, nada de nada..., era como ofenderle.
Tesekküler otra vez más, Orkoy.
Al día siguiente el destino era Beysehir justo al lado del lago del mismo nombre Gölü Beysehir, otra etapa de transición.
La carretera discurría próxima al Gölü Yarisli, lago salado que en está época del año está prácticamente seco, en realidad solo se ve gran laguna blanca como la sal.
Más adelante llegaríamos al Gölú Burdur, un gran lago del interior turco.
Siguiendo las indicaciones de la guía del trotamundos que llevábamos, intentamos un hatajo para llegar a Beysehir, de una nueva carretera que habían construido.
Nos desviamos, y entramos en una carretera de firme aceptable pero muy estrecha, vamos atravesando aldeas en las que tenemos que cruzar con cuidado para no espantar mucho las gallinas que comparten espacio con nosotros, alguna que otra vaca nos hace vadearlas con cuidado Dios sabe que a esos bichos los carga el diablo, aquella carretera no tenia trazas de convertirse en “una nueva carretera”, más aldeas, más vacas, más gallinas..., después de 30 km. el firme cambia, desaparece la grava aglomerada y comienza la grava sin aglomerar. Con mucho cuidado hacemos un par de kms. Pensando que sería un tramo transitorio, pero aquello no pintaba bien, ni mi moto ni yo estamos hechos para ese tipo de conducción, el viaje se había enderezado bastante..., ¿a que tentar a la suerte? Así que después de 30 km. más vale perder que mal perder, dimos media vuelta y deshicimos lo andado, vuelta a la carretera principal. También es posible que nos equivocáramos..., lo bien cierto es que no nos arrepentimos de aquella ¿perdida?.
Aquella carretera nos llevó hasta las inmediaciones de Egirdir, por supuesto al borde del lago de su mismo nombre Gölü Egirdir, este lago si que es un pedazo de lago y lo demás son cuentos.
A mediodía llegamos al hotelito de Beysehir y después del pertinente cambio de ropa..., había que alimentarse.
Decir que Baysehir también s’encuentra a orillas del lago del mismo nombre, Gölü Beysehir, que digo yo, que a estás alturas ya habreis descubierto que Gölü en turco, significa “lago”.
Lo que tienen las etapas de transición es que pasas de la noche al día en unas cuantas horas.
Al día siguiente entrábamos en la Capadocia, más concretamente a la ciudad de Ürgüp.
Y lo primero fue buscar alojamiento, lo conseguimos en el Hotel Melis por 40 € que hubo que regatear, ya que nos pedía 120 €, al enseñarle los precios de su hotel que ponía en la guía del trotamundos, “se tiró de la moto” y nos lo dejo tal cual marcaba en la guía.
La verdad es que el hotel en cuestión estaba muy bien, con su piscinita y todo, habitación de piedra, vamos muy el mejor en el que estuvimos en Turquía y uno de los mejores de todo el viaje.
Ese día se nos pasó entre la búsqueda del hotel, descansar y visitar la ciudad de Ürgüp.
A la mañana siguiente nos dispusimos a la primera excursión que contratamos en el hotel, por 70 € comida incluida.
Vino la furgoneta a recogernos. Y nos pusimos en marcha.
Comentar que lo de la excursión fue un acierto, los accesos a los lugares turísticos no están hechos para las motos, baches enormes, firme de gravilla que supongo será para evitar el barro cuando llueva. Todo está o en pendiente o en cuesta. Para cuatro ruedas bien..., para dos ruedas no lo recomiendo en absoluto.
Dejaré que las chimeneas de las hadas, hablen por si solas.
Muchas de las chimeneas de las hadas están perforadas y hasta no hace demasiados años, aún se utilizaban como vivienda, hoy en l’actualidad, están vacías o sirven como almacenes.
Nos llevaron a comer aquí. Observar las chimeneas de ventilación de la cueva.
El interior, en otra sala nos sirvieron lo que se supone comida típica turca. Entre ellas un guisado de carne, que se cuece dentro de una cazuela de barro cerrada herméticamente con barro, claro. Hay que romperla con un martillo para servirla..., estuvo curioso.
Por la tarde, más visitas a las chimeneas y lugares con encanto. Aquí el interior de una de ellas, mantenida..., (eso dicen ellos) según estaban hace años.
Continuará...
V’ssssssss
Edited by errante, 16 October 2009 - 07:09 am.